El horno de tarro
El fin de semana pasado fui a San Fernando, invitada por mi abuela a su casa para que mis invitados se deleitaran con su buena mano. Ella nos invitó a su living, pero mis invitados decidieron ir hacia el lugar del horno.
Nunca habían visto un horno de tarro. En él, se estaban cocinando unas exquisitas empanadas, las cuales nos servimos recién salidas y calientitas.
Para quienes no lo conocen, consta de un tambor partido por la mitad, el cual se solda una tapa al medio y se le pone una lata arriba. Por ende, se le pueden echar brasas por abajo y por arriba, haciendo que el calor sea parejo y dejando la comida con un exquisito sabor.
La Mama Nena, mi abuela, nos impresionaba cada vez que tomaba la pala y levantaba la pesada lata de arriba para mover o dar vuelta las empanadas.
Luego del aperitivo con empanadas y de la divertida conversación, vino el almuerzo.
Pastel de choclo en invierno... una delicia. Como corresponde, con presa de pollo en al pino. Mis invitados quedaron fascinados y nos vinimos todos a Santiago a las 8 de la tarde con mucho sueño, luego del consomé y al bajativo, más la once (¡cómo se van a ir sin once!).
Ojalá pudiera tener un horno de tarro en Santiago. Cuando tenga casa obviamente... Una, por el sabor con el que quedan las comidas. Además, es muchísimo el ahorro de gas o electricidad. Pero por el humo, es imposible. Hay que ir a la Sexta no más.
Saludos a todos.