Ostras Caulín
Chiloé es una maravilla culinaria en mil expresiones, esta es una. Cruzando el canal de Chacao, resultó ser que nos dió justo la hora de almuerzo por lo que a pocos kilómetros tomamos un desvío que nos llevó al paraíso de Ostras Caulín, esto no sin antes obligadamente tener que detenernos a observar la gran bandada de cisnes de cuello negro y alucinantes flamencos que compartían el humedal a tan solo algunos metros de nosotros. El restaurant se confunde con otros que hay antes en el camino porque además pareciera que el camino se termina, pero no, hay que seguir avanzando unos 800 mts sobre la playa hasta llegar a una casita muy sencilla, atendida sólo por su dueño. Un señor muy amable pero al que hay que tenerle paciencia y no hacerle muchas preguntas, porque tiene ganas de conversar y es intenso. Pedimos ostras al natural y ostras fritas. Las ostras fritas estában muy buenas, pero las al natural simplemente fue lo mejor, y lo digo sin exagerar, que he comido en ostras en mi vida. De partida eran enormes y gorditas, muy diferentes a las chicas y aplastadas que se encuentran en Santiago. Y si generalmente dícen que las ostras grandes no son tan sabrosas, este no era el caso. Era una intensidad de sabor y una textura celestial. Fue imposible no pedir otra porción y si no fuera porque el estómago tiene su límite, habría seguido comiendo. Para el que disfruta las ostras, este lugar es un imperdible total y completamente y la maravilla de esas ostras, vale la lata de escuchar al caballero intenso con ganas de conversar. Todo en el menú es con ostras, pero si va con niños tienen salmón ahumado o salchichas con papas fritas.