
Hace pocos días tuvimos Ñam, el entusiasmo por participar era grande. Acá en LBV hubo un concurso, bastaba responder la encuesta ¿Quién debería ser nuestro embajador gastronómico? y esperar el sorteo.
No gané entrada. Como estudie algo relacionado con artes, siempre soñé con tener un mecenas. Ahora tuve uno que me invitó, gracias a eso pude ir al Taller Orígenes. De más está decir me interesaba sobremanera.
Acá se notaba harto interés por ir, las entradas no eran una ganga, aunque cada taller bien valieran cada peso. Hay que felicitar a los que llevaron la idea delante, seguro que a mucho ñeque por Ñam.
¿Que si pudo hacerse de otra manera, o en otra parte?
¡Seguro!… pero otra cosa es con guitarra y como después de las batallas todos somos generales; muchos pensarán que lo habrían hecho distinto o mejor. Ojala tod@s dieran sus sugerencias a los organizadores y así, para la otra se superan y tod@s salimos ganando.
Viernes PM, dos mujeres al frente. Micrófono y ollas para ellas solas, aunque se les taimaban los fogones.
La dueña de casa, como buena anfitriona dejó primero a la visita, la española María José San Román capa del azafrán y del arroz. Amena y directa, vinculación femenina con el mundo de los sabores de su tierra, llevada “al límite” con el azafrán.

Costillar y arroz. Mercado de Chillán. 2010.
El arroz llegado acá en los tiempos de Hernando de Magallanes –dicho por Pereira Salas- producto muy conocido y utilizado por nosotros, me atrevo a decir a diario en todas las mesas chilenas. Así que era fácil sintonizar con María José.
Sus preparaciones de arroces, de una simpleza asombrosa –el oficio-, los aromas que inundaron el gran salón daban cuenta de una gran preparación y en las pantalla del fondo la paella, el arroz soposo (carbonada, cuchicheo alguien)y si me acuerdo bien, otro con vino tinto que nos sacaban la lengua. No me extenderá, porque espero podamos ver imágenes que seguro los de Ñam ya estarán editando para mostrar una síntesis de estos días intensos.
En el “recreo” conversación de pasillo. Una clásica: sobre gustos no hay nada escrito; cada lugar tiene sus costumbres… etc., etc., etc. ¿Y por qué eso?
Si ustedes o yo hubiéramos preparado arroz con costrita quemada, en la casa capaz que nos tiren el plato quien sabe por donde. Y ni pensar en los cronistas y críticos gastronómicos, como pelarían si acá en algún restaurante les ponen un plato con arroces cocidos a punto y otros tostaditos entre medio. Por acá no faltará el que diga que le encanta la costrita que queda en la olla, o que rico lo quemadito.
Le pregunté a un cocinero de los que saben de técnicas de cocina y claro, si un alumno le presenta un arroz que no esté “graneado a punto” o cocido como corresponde en el risotto, o el pegote de los sushis tan de moda, mejor que vaya pensando en una mala nota. P’a que vean, que subjetiva u objetiva puede ser una opinión o el gusto.
Aplausos para doña reina del azafrán! Ah, y la paella, es sin chorizo ;) -lo dijo ella-
Perdonen lo extenso, pero fueron varias horas… Como está largo, decidí dejar hasta aquí por hoy. Otro día la segunda parte, salvo que otro se anime.
Esto fue posible, gracias a mi mecenas (cuya identidad será mantenida en reserva).