Hace no mas de un mes se inauguró en Isidora Goyenechea el segundo restaurant en Chile de la Viña Miguel Torres. El otro se encuentra en Curicó en medio de una viña y segun me han contado es realmente maravilloso.
Al entrar a la version Santiaguina del Miguel Torres se nota esmero en la forma: lineas modernas en cuero, y madera. El suelo es de pizarra negra, y todo el mobilairio es mas bien oscuro. En cada mesa individuales de papel con fotos alusivos al vino, y las viñas. Musica tecno de fondo, y dos pantallas planas sobre la barra con imagenes de recorridos aereos sobre la viñas de Miguel Torres, muy bien logrados ... parecen cuadros en movimiento.
La carta es pequeña y con nombres sugerentes. Lo malo es que lo que sugiere no es lo que te traen cuando llega el plato. Demasiada parafernalia y poca sustancia.
Me pedi un "gazpacho caliente" de entrada (¿?), bastante bueno, pero no para volverse loco, de plato principal me pedi unos tallarines al pesto, con calamares y albondigas de carne, me trajeron un plato donde los tallarines estaban rodeados por una fina masa de queso fundido, y mucha decoracion. No tengo nada contra la decoracion, pero esto era excesivo. De postre un turron helado, y un buen cafe express.
Nos salio 9.000 pesos por persona, un poco exagerado para ser almuerzo, y definitivamente no los vale, claramente me quedo con el Capital Federal o el Melba que estan en la misma linea pero son mucho mejores.
Lo peor es que esta todo dado para que sea un lugar ultra recomendable, pero la excesiva fijacion con tratar de parecer cool hace que la cosa desmejore a cada minuto que uno se encuentra sentado ahi.
Fundador de la empresa de Tecnología y Estrategia Digital Blue Company, creador de LaBuenaVida.cl, Vicepresidente de la Corporación por las Cocinas de Chile: PEBRE, Presidente de la asociación gremial de empresas de tecnología: ChileTec AG, y Columnista de la Revista gastronómica: Varietal.
