Suburbia: Excelencia en la mala atención y la mala comida
Me da escalofríos recordar el día en que mis compañeros de trabajo me recomendaron ir a almorzar a una "picada" en el centro de la capital,
se trataba del restaurant "SUBURBIA", ubicado en Monjitas 478, frente al Metro Bellas Artes. Por fuera una linda fachada, unas mesas al aire libre, bonitas mesas y adornos, bahh, pura chaya y Serpentinas.
Afuera estaba lleno, por lo que nos hicieron pasar adentro, adentro igualmente estaba lleno, por lo que nos dijeron que bajásemos al subterráneo...allí empezaron los problemas...
Era una espacio reducido, a medio iluminar, una cajas de bebida a la pasada, poca gente en las mesas, una tv antigua de muchas pulgadas mostrando video clips en loop.
De entrada me doy cuenta que de noche, aquel lugar se transforma en un bar de mala muerte. Bancas alrededor del cuarto, muy sucias, me imagino donde se quedan dormidos los curaillas, cuadros en las paredes con polvo. El aire es muy pesado y se siente humedad.
La espera es lo peor, 15 minutos y no nos tomaban la cuenta. De repente baja un chico con muy poco animo y se lleva unos vasos que estaban otra mesa al lado nuestro, pero lo extraño, es que sólo se lleva unas cosas de la mesa y deja el resto, algo como un vaso y un plato, y deja en la mesa un plato y una servilleta, como que no quería ser eficiente. Un solo mesero para una 10 personas que estábamos, pensé que estaba bien, pero al parecer era ese único mesero para el piso superior y el que estábamos, por lo lento de la atención.
Por fin, nos tomaron la cuenta, pedí algo muy complicado, papas mayo con churrasco, y a esperar se ha dicho...llegó lo que pedimos en otros 15 minutos. No nos trajeron pan, ni pebre, ni servilletas, todo lo tuve que pedir cuando me trajeron el plato. El vaso de jugo estaba lleno a la MITAD! No sé para qué traen vasos tan grandes si los llenan a la mitad...
La carne dura y si sabor, el plato traía un ingrediente que no pedí, un pelo humano (de cabeza al menos...)
La guinda de la torta fue el postre, era un simple vaso pero con helado tirado adentro, digo tirado por que no era un trozo de helado sino algo sin forma.
Hastiado, pedimos la cuenta, esperamos por 10 minutos y como no la traían, subimos a pagar.
Una vez arriba fue la gran sorpresa ya que vimos al lado de la caja, digo, al lado, ya que a 30 cms de la caja donde la cajera mete los billetes, estaba una casata de helado abierta, del mismo sabor que nos sirvieron y una cuchara dentro...ya me perecía raro el helado tirado en el vaso que nos dieron.
Ya fuera de ese antro, me sentí reconfortado y me prometí nunca más volver a semejante lugar.
Para terminar, en el trabajo me sentí mal y empecé a tener problemas estomacales que me duraron 3 días.
Resumen: si quieres pasar un mal rato y comer mal, anda al Suburbia.