Tai rica? Tai pituca? Tai picante? Tai bien cara? Tai de moda?
Nunca he estado en Tailandia. Ni siquiera cerca. Pero como esto de la buena vida te hace enterarte de cosas aunque estén distantes, llevo harto tiempo escuchando maravillas de la comida Tai. De alguien que estuvo en Londres y probó una Tai en la calle exquisita. De otro que si fue a Tailandia y se comió el plato más picante que ha probado en su vida. Unos cuántos van a Nueva York y vuelven hablando de lo rico y barato que es comer Tai. Qué pasa en Chile? Acá la verdad es que casi no hay Tai.El Magnolia, de Holanda cerca de Providencia tiene algo; hace un tiempo había uno que se llamó Beng Jharon o algo así, en Vespucio Norte, pero desapareció; lo último que supe de Tai lo encontré en el Alma de Vitacura. Allá fui a parar el otro día.
Ubicado en ese paseo peatonal que se hizó en Vitacura frente a Lo Castillo, el Alma ofrece de primera una bonita terraza que da hacia la calle, justo lo que andabamos buscando. Con mi acompañante nos dirigimos directo a buscar nuestra mesa, cuando el maitre nos hace la pregunta de rigor; tiene reserva?. Cómo que reserva? fue lo primero que pensé. Parece que mi cara fue respuesta suficiente porque el maitre inmediatamente nos dijo que sólo tenía mesas adentro y en la terraza interior.Como lo que buscabamos era una terraza, nos dejamos conducir por el local lleno de mesas vacías hasta una pequeña ubicada en lo que debe haber sido el patio de la casa. Excelente lugar. Piso de piedras redonditas tipo agatas, una piscina con una pequeña cascada que ambientaba con su sonido el lugar, una especie de living bien fashion a un costado y en el otro unas tres o cuatro mesas tal vez un poco juntas una de la otra. En este recorrido recordé a la dueña del lugar, una chica llamada Pamela Fidalgo a la que conocí hace un tiempo atrás. Además de dueña ella es la chef,y antes junto a una socia, tuvieron el Taller que estaba en Marín. Nos ubicaron en un pequeña mesa para dos, bien puesta y con una iluminación apropiada. Lo primero que nos dieron fue la carta de tragos, mientras la ojeaba me di cuenta que en la mesa de al lado estaba ella, la dueña, explicandole a otros comensales la carta, de dónde venía el mero, y que el atún estaba recién llegado, y que lo picante de las recetas Tai estaban suavizadas a gusto Chileno, y que esto y que esto otro. Un poquito mucho, porque el tono resultaba más que sugerente, como de vendedor de seguros. Luego le tocó el turno a la otra mesa y luego a nosotros, que como ya sabíamos todo el cuento, le pusimos cara de no te preocupis, vamos a mirar la carta un ratito. No sé si me habrá reconocido o no pero la cosa es que la hicimos cortita con ella. Lo primero que pidió mi partner fue un pisco sour a lo que me sumé con la consiguiente advertencia que fuera seco y no dulce.Últimamente nos ha pasado que los pisco sour vienen con un exceso de goma y parecen más que sour una especie de jarabe dulzón, así que por si acaso siempre hacemos la advertencia de manera previa. Con esto ganamos un rato para sumergirnos en la carta y recorrerla con calma. Yo fui directo a lo Tai, que para mi sorpresa ocupaba solo una modesta página de la carta. Curry verde, curry rojo, verduras salteadas, filete de cajun (esto quedé con la duda qué era), brochetas de pollo, pasta (tallarines) de curry, harto camaron como ingrediente y eso sería. Como recordé que había leído algo acerca de que la especialidad de la casa era lo Tai, me quedé en esa página haciendo mi elección. Los precios en general bordeaban las 7 lucas por plato (Tai cara). Para sacarle provecho a la visita decidimos pedir unas brochetas para compartir con el pisco sour, un plato de pastas al curry con camarones y verduras yo, y mi acompañante se pidió un curry verde, parece que con pollo y camarones, no recuerdo bien. El pisco sour llegó dulce, o no tan seco como queríamos pero lo aceptamos igual. Junto con los sours nos trajeron unas bolitas de papa como appetizer que en el lenguaje del local sonaban más sofisticadas que las papas duquesa que eran. Cuando llegaron los platos, pedimos unas copas de sauvignon blanc y nos lanzamos a disfrutar. Excelente presentación, bien chic, con florcita en el borde del plato y todo. Bonitos colores de los ingredientes, bonito el plato y en una porción más bien discreta a primera vista. Mi pasta estaba excelente, delicada en sabor y con esa cocción que caracteriza a la cosa oriental, o sea al dente. Lo único que podría objetar es que en la descripción de la carta decía camarones Jumbo y en realidad eran como camarones no más. Lo de mi acompañante también estaba bueno, con más carácter que lo mío. Un picante fuerte y penetrante que se contrastaba muy bien con unos trozos de piña que aprecían en el fondo del plato y todo se neutralizaba con un excelente arroz basmati. De postre pedimos una creme brule de coco...nada fuera de lo común, más bien extraña la mezcla. En resumen, bueno. pero sigo extrañando esa cosa callejera que tantas veces nos han dicho que tien lo Tai. Nota: detalle de farándula....cristián campos llegó a la mesa del lado con una chica muy guapa, de muy buenas proporciones y muy, muy parecida a la maria jose prieto....pero no era ella. Hasta pronto.