Nuevos Trastornos Alimentarios: la personalidad (la sociedad) neurótica de nuestros tiempos
Gracias a la difusión que han tenido, hoy en día los trastornos alimentarios llamados Bulimia y Anorexia se conocen relativamente bien. Pero, ¿sabían que hay personas que mastican pero no tragan, que vomitan después de haber consumido un alfajor, que ingieren solo un tipo de alimento, que se despiertan a media noche para comer, que no cesan de engullir hasta quedar casi desmayadas, que le tienen fobia a determinados alimentos, que comen tiza o yeso?.
En los últimos años han ido surgiendo nuevos desórdenes asociados con la comida y la imagen corporal, apareciendo a menor edad, presentes a mayor edad y afectando cada vez más a hombres.
Por un lado, somos testigos del subpeso de las modelos, de las múltiples operaciones estéticas en oferta, de ayunos, dietas eternas y extremas, abuso de suplementos dietéticos (Vinagre de Manzana, Reduce Fat-fast), anorexígenos (Sibutramina), “quemadores” de grasa (Orlistat), reducidores de carbohidratos (Phaseolus). También podemos observar a personas con fobia a ciertos alimentos, otras que mastican y escupen sin tragar, o que están obsesionados con la calidad de los alimentos (Ortorexia), con cierto tipo de alimentos (Síndrome del Comedor Selectivo), con sustancias raras como p.e. tiza, yeso (Pica), con los músculos y ejercicios llegando a una dismorfia corporal (Vigorexia), con las calorías, peso y delgadez culminando en una distorsión de la imagen corporal (Anorexia).
Por otro lado, aumenta el sobrepeso, la obesidad, la obesidad mórbida, el consumo de comida chatarra, el comer a escondidas, la sobreingestión de alimentos (Trastorno Alimentario Compulsivo), el no poder pasar más de dos horas sin comer (Desorden de Adicción a Más recientemente se está alertando respecto a los llamados Trastornos de la conducta alimentaria no especificados, vale decir, aquellos que no reúnen los criterios diagnósticos suficientes como para ser considerados dentro de los cuadros más específicos. En estos casos están presentes algunos de los síntomas típicos de la anorexia y/o de la bulimia, pero la persona no ha bajado tanto de peso y sigue menstruando; o bien, abusa relativamente de laxantes y diuréticos, aunque vomita menos de dos veces por semana. Se trata de síndromes parciales o atípicos, mas no por ello tienen consecuencias menos graves con el paso del tiempo. Los trastornos alimentarios son bio-psico-sociales y constituyen un excelente ejemplo de la multicausalidad circular de los fenómenos humanos, donde se produce una retroalimentación sistémica entre factores individuales, interpersonales, familiares y ambientales. Las especulaciones simplistas y la relación lineal causa-efecto, ya no son presentables. Aunque se han identificado algunas de las principales variables, se desconocen los mecanismos subyacentes. Pareciera que los factores socio-culturales jugaron el rol de facilitar el que la alimentación y la corporalidad se constituyan en una compleja fuente de simbolismos y significaciones, los que a su vez habrían originado un contexto específico dentro del cual fueron ‘posibles’ estos desórdenes. Dichos factores configuran una especie de trasfondo predisponente que actúa como catalizador, canalizando indirectamente en el cuerpo otros conflictos inconscientes. Conceptos tales como trastorno étnico (Devereux) o Culture-bound Syndrome (Yap) apuntan a la influencia de los valores y normas predominantes en una cultura. Tal como afirma Naranjo, ciertas tendencias propias del modernismo capitalista se configuraron en una suerte de moralidad universal, valorizándose la mentalidad patriarcal mercantilista que acentúa los logros externos, el exitismo, autoritarismo, consumismo, individualismo, modos estereotipados y triviales de la afectividad, la satisfacción inmediata de los impulsos, etc. En nuestra egótica y narcisista sociedad existen formas de vida ligadas a ciertos ideales éticos y estéticos, donde la necesidad de ganar hace inevitable el compararse y donde es excesiva la necesidad de aceptación por parte del grupo de pares. El cuerpo se fue transformando en objeto de adoración, rindiéndose culto a la imagen y emergiendo un nuevo icono de belleza, en el cual sólo un cuerpo perfecto es considerado bello: terso, esbelto, sin grasa y joven. Con el agravante que entre los nuevos mitos se encuentra el creer que la belleza no es algo subjetivo, sino que es imparcial y basada en la razón. Además de la “demonización” de la gordura, existe una “idealización de la delgadez” tal que se la asocia a elegancia, prestigio, éxito, aceptación social, confianza personal y, en último término, se la vincula a la sexualidad, al amor, la juventud y la salud. Pero con la ayuda de los medios de comunicación, del marketing y de las industrias de productos dietéticos, se ha llegado mucho mas allá, enarbolándose la delgadez como la solución salvadora, especie de conditio sine qua non para la felicidad terrenal, pasando a ser determinante en nuestra autoestima y autovaloración. Sin embargo, a pesar de que toda la sociedad está expuesta a la presión de estos mandatos culturales, sólo un segmento de la población desarrolla trastornos alimentarios, por lo que no se pueden articular como parte de la causalidad. ¿Por que ciertas personas internalizan más que otras los valores culturales?. En el proceso de co-construcción de los síntomas, ciertos factores individuales e interpersonales estarían influyendo en que, para algunas personas, la adaptación a los cánones sociales se transforme en primordial y en que sus creencias pasen a ser el eje de su identidad, de su autoestima y de su concepto de mundo. Entre sus rasgos de personalidad se suelen encontrar tendencias al perfeccionismo, auto-exigencia, rigidez, inmadurez, inseguridad, obsesividad, ansiedad, soledad. Más que comer en respuesta al hambre o apetito, le otorgan otro significado a la comida y al no-comer, utilizándolos como una forma de huir de sus emociones negativas, como un sustituto del amor, como una vía de autoagresión o como fuente de seguridad, autoestima y sensación de control. En otras palabras, pareciera que los trastornos alimenticios son actualmente uno de los caminos posibles para expresar conflictos inconscientes que son mucho más profundos. Supuestamente los malestares de la cultura antes se expresaban por otros caminos como la histeria, sobre todo con síntomas de conversión (p.e. quedarse ciega o paralítica sin causa orgánica), como le tocó tratar a Freud. Tomemos conciencia de lo enferma que está nuestra sociedad occidental, parafraseando la denuncia de Horney en la década del cincuenta respecto a Karen Horney: La personalidad neurótica de nuestro tiempo Claudio Naranjo, El Eneagrama de la sociedad: males del mundo, males del alma Vicente Turón Gil, Trastornos de Claudio Fuentealba, Trastornos de Antonio Godoy, Una aproximación constructivista a DSM-IV; CIE-10 Otros artículos de Psicología y otros temas en el Blog del Ser Humano