Parrillas y Mujeres (Feminismo a las Brasas)
Es una relación complicada, para algunos comparable a laexistente entre los chanchos y las misas.
Sin duda, la parrilla constituye el último refugiomasculino, el último recodo protegido aún de las consecuencias de aquelmovimiento iniciado, felizmente, por nuestra Marie Wollstonecraft. Hemos invadido, y con éxito, todo territorio masculino, mas no hemos logrado aún (salvo casosaislados) la conquista de la parrilla: el último vestigio del cazador que algúndía fue el macho humano. Si es que aúnexiste algún lugar donde es posible ver revivido a este cazador peludo y hosco,es justo frente al carbón.
Es por eso la cara de horror que he visto, tantas veces,cuando por iniciativa propia o por pedido del público me hago cargo de unaparrilla. Incrédulos, en un comienzo, los machos comentan entre sí como si unmarciano con tres cabezas viniera a hacer el asado. Pero son tan caballerosellos que nunca preguntan directamente “¿oye, y tu sabes hacer asado?”. No,sólo cuchicheos y miradas lastimeras a la carne, como si la pobre estuviesecondenada a las peores torturas sólo porque va a ser asada por una mujer.
Los hombres, si se han dado cuenta, cuando van a hacersecargo de la parrilla, comienzan con los “tráeme” y los “dónde está”. Tráeme lasal, tráeme la tabla, dónde está el afilador, dónde está el diario. Y todoesto, claro está, con actitud orgullosa de haber matado recién a un mamut. Encambio, nosotras las mujeres, agarramos de una vez todo lo que necesitamos,calladitas, sin molestar a nadie, y nos instalamos en la parrilla para comenzarcon el ritual. Cabe decir que aquí estoy generalizando burdamente (y a riesgode ofender) , y que, como en todo, hay excepciones. Pero pocas.
¿Habrá algo más fome que encargarse de las ensaladas, losniños y la visitas mientras otros miran el carbón, toman cerveza y echan lapanza hacia delante? Esta imagen es la más típica del asado chilensis, una institución orientada hacia el goce masculino y el trabajo femenino.
Hay un señor que tuvo la desfachatez de escribir “El manual del Asador Chileno”,libro que, pese a ello, es excelente y contiene muy buenas orientaciones.Machista como él sólo, escribe incluso consejos especiales para asados a losque asistirán mujeres:
“Distinto procederha de observarse si participan damas, en cuyo caso el asado debe ser precedidopor canapés y varios bocadillos con armonioso colorido y atractivapresentación, además de empanaditas de queso y pino, distintas bebidas y jugosde frutas, pisco sour suave o un borgoña con frutillas. Deberán calcularse 300grs. de carne por persona, y se cuidará que sea tierna, con poca grasa y sinfibras tendinosas, como por ejemplo el Filete y el Lomo Liso. El pebre deberáser ligeramente picante, y las ensaladas vistosas y muy bien presentadas.”
O sea, este señor debe pensar que las mujeres o no comemostanta carne o no nos gusta o no tenemos derecho a comer pura carne, así quemejor debemos llenarnos con tonteras como empanaditas y canapés “de armonioso colorido y atractivapresentación”. ¡¡¡Hasta empanadas dequeso nos quieren meter con tal de comer ellos más carne!!! Amigas, esto es uncomplot. Incluso nos quieren enguatar con jugos de frutas… ayayay… Y, encima,cree que no tenemos ni colmillos ni muelas operativas , porque según él sólosomos capaces de mascar carnes “tiernas”,como el lomo liso, que pucha que es desabrido .¿ Y lo de “poca grasa”?Más encima a dieta nos quiere tener… Enrealidad, no creo que esta sea la razón…quiere hacer de las entrañas y los asados de tira privilegios masculinos… ¡Esoes puro adoctrinamiento señores! ¡Despertad, carnívoras chilenas!
Ahora, volviendo al tema anterior: el único problema de queuna mujer haga el asado, es que la pega tradicional de la mujer en los asados(niños, ensaladas y visitas) generalmente no es transferida en un 100% alhombre. De hecho, pienso que esta es la razón principal por la cual la parrillaaún es terreno masculino. Claro, cómo no va a ser así, ¡si ellos colapsan conestas tres cosas al mismo tiempo!. Entonces, ni tontas pues. O sea, encargarsedel asado y además de todo lo que no sepa manejar el hombre en cuestión es mástrabajo aún. Es decir, que con todo, nos conviene no hacer el asado. Pero… ¡¡¡si es tan entretenido !!!. Solucionar el dilema es complicado, pero se puede.Cada vez los hombres son capaces de encargarse de más cosas y bien. En serio.
Me acuerdo que un día mi mamá con una tía hicieron un asado.Mi papá y mi tío estaban en un turno extraordinario en la fábrica dondetrabajaban, así que estaba todo comprado, seguramente, y a última hora setuvieron que ir. Mi mamá y mi tía se las arreglaron de lo más bien, y lo que esmás curioso de toda esta historia: estaban absolutamente sorprendidas de losimple y fácil que había sido todo, y de que más encima el asado les habíaquedado bueno. Me da risa porque me imagino a mi papá pidiendo cosas con lasmanos bien encarbonadas en el aire, con cara de complicado, y a mi mamá y mitía corriendo con la sal, con los paños de cocina, la tabla, el pebre. A mipapá resoplando hacia arriba el emparronado ochentero que usaba en ese entonces y que se lecaía en la cara, y a mi mamá con una ensalada en la mano, la ponchera en laotra y en la otra la famosa sal. Estoy segura que la vi con tres manos más dealguna vez. Y el asado quedaba rico, eso no se discute, pero parecía más difícil de lo que realmentees. Y la verdad, es que no es nada de difícil.
Amigas de LBV, anímense, quítenle la parrilla a sus hombresy quítense el miedo a la parrilla… Infórmense, agarren una cerveza bien fría y atrévanse.
Saludos!
Tiré toda la carne a la parrilla con las fotos ah! (toda asada por quien escribe, por si acaso)
pd: Existe un post en LBV con buenísimos tips... lo busqué un montón y no hubo caso... a ver si Germán nos ayuda...