Mestizo y el canto de sirenas
Habíamos probado ya la barra del famoso Mestizo hace un par de meses atrás. Decidimos volver para sentarnos a comer y tener una idea más amplia de su gastronomía.
Llegamos puntualmente pero no pudimos pasar. Había que esperar a que apareciera el 'mapa' de ubicación de comensales. Cosa rara - por decir lo menos - pero es sólo una muestra de lo que nos esperaba. Llega el mapa y nos acomodan en la terraza con una bonita vista del parque Bicentenario. En ese momento las sirenas comienzan a cantar.
Dos Violeta y Víctor (Vodka de pera, pomelo, limón) como aperitivo y un Pisco Sour Mestizo para comenzar (hubo que pedir la carta de aperitivos ya que sólo trajeron la de comida). Cinco minutos después nos informan que no hay Violeta y Víctor. Bueno, lamentable... un Colonial entonces (Whisky, limón, jenjibre). Cinco minutos después... tampoco hay Colonial. Con las sirenas aleteando reclamamos un poco más enérgicamente sin muchos resultados. Finalmente no había 3 de los 6 aperitivos especiales de la carta. Hay que añadir que esto sucede un día SÁBADO. Nos contentamos con dos pisco sour ($2.800 c/u) y un jugo natural ($2.100).
- ¿Imagino que en la cocina no habrá problemas, no? - pregunta el marinero. - Esteee... mmm... déjeme ir a ver - responde la sirena. 5 minutos después se informa que no se puede pedir de la carta nada que lleve hinojo (que no hay) y un par de ingredientes más que, sencillamente, no alcancé a escuchar a causa de la sulfuración sirénica que, para ese momento, tomaba caracteres de impotencia. Por si fuera poco, habiendo pedido la carta de vinos, también se informa que no tenían un determinado Syrah, otro Carmenere y un Cabernet que alcanzó a colarse por ahí. Nos decidimos por un Carmenere Tabalí Reserva ($14.000) realmente muy bueno para acompañar los fondos.
De entradas una Degustación de Ceviches (trío de ceviches) de atún, corvina y reineta ($13.700). El primero agridulce acompañado de berros y choclo peruano, muy rico. El segundo con anillos de calamar, pulpo y helado de tomate. Y por último el de reineta con gruesos cortes de cebolla y ají, algo picante para mi gusto. Adicionalmente pedimos unos Camarones al pil pil, que llegó en un pequeñísimo pote de greda (eran 5 camarones), pero sabrosos ($5.800); y un Pulpo Grillado sobre finas láminas de papa y suave salsa de aceitunas ($6.900), lo mejor de las entradas a mi juicio. Añado que como cortesía nos dieron diversos trozos de pan (de aceitunas, integral, etc.) con un potecito microscópico de pebre.
De fondos pedimos un Atún en costra de pebre, acompañado de quínoa, palta y mango ($9.600), plato interesante pero al atún le faltaba algo de color; Ravioles de Plateada en salsa de tomate y especias ($6.400), muy ricos, algo gruesos y, por lo mismo, un poco duros en las puntas; y un Arroz Mar y Tierra ($6.300); arroz que - imagino - se cocina frito con calamares, láminas de ají y cilantro: bien. La atención fue servicial sin muchas faltas, aunqué sí hubo que advertir que encendieran la pequeña lámpara de aceite con el correr de la noche; se sirvió el vino puntualmente y - cuestión que se agradece - se dejó la botella en la mesa.
Para finalizar compartimos un Volcán de Chocolate con centro líquido, muy bueno, junto a un helado de Maracuyá extraordinario ($3.300), y un café expreso ($1.000).
La sensación final es encontrada. Es inaceptable que un día sábado no cuenten con los ingredientes y productos que se ofrecen en la carta. La comida, aún siendo sabrosa, es incomparable con la de otros restaurantes de alta gastronomía (Puerto Fuy, Europeo por ejemplo) y, sin embargo, los precios son exageradamente similares (la cuenta, propina incluida para tres personas es de $84.000). La atención, sin ser mala no está a la altura de lo que se paga. Se interrumpió, por ejemplo, para preguntar de qué iban a ser las empanadas de degustación (!) y una de las entradas llegó 10 minutos después de las primeras. El entorno bonito, es cierto. Pero da la impresión que el Mestizo es mucho más una ilusión exagerada que se sustenta en su innegablele éxito comercial, que un restaurante donde calidad culinaria y la impecabilidad de su servicio sea una prioridad.