La pócima mágica que cautivó a los deportistas de elite
¿Sabes que tienen en común los siguientes atletas olímpicos: la nadadora Natalie Couglin, la remera Esther Lofgren, la ciclista Erin Mirabella y Los triatletas Paula Findlay, Simon Whitfield y Jarrod Shoemaker?
Simplemente que todos ellos han incorporado la chía a su dieta y la consumen diariamente en el desayuno, ya sea mezclada con yogurt o cereales, en batidos o jugos.
La reafirmación de la importancia de esta semilla ancestral para los deportistas ha sido dada a conocer por Bob Seebohar, nutricionista deportivo del Comité Olímpico de los Estados Unidos, para quien constituye uno de los cinco súper alimentos que todo atleta debiera consumir.
Seebohar, que es uno de los principales expertos en nutrición para los atletas de resistencia y conferencista habitual en los Estados Unidos, ha explicado que las semillas de chía debieran ser consideradas por los deportistas un complemento de primera necesidad. Esto, por su gran contenido de omega 3, proteínas y fibra, así como por su gran versatilidad.
Algo que bien saben, desde hace muchísimos años, los Tarahumaras, un pueblo nativo de México, asentado en tierras del estado de Chihuahua, cuyo alimento básico ha sido desde siempre la Chía, cuyas semillas utilizan también para elaborar medicinas.
Su historia que salió a la luz gracias al periodista estadounidense Christopher McDougall en su libro “Nacidos para correr”, quien los describe como los más grandes corredores de todos los tiempos. Es que efectivamente los tarahumaras o rarámuris ("corredores a pieo quienes corren rápido) son conocidos a nivel internacional por su gran resistencia física. Pueden correr largas distancias y desde muy niños se convierten en atletas. Su fama es tan reconocida que los hombres han sido invitados a maratones de 161 kilómetros en Colorado y los Ángeles (Estados Unidos). En 1993 Victoriano Churo alcanzó el primer lugar y en 1997 Cirildo Chacarito