La decepción del Opera.
Luego de largo tiempo de resistencia y a pesar de las malas recomendaciones que aparecen junto con las buenas (mal indicador) aterrizamos en el Opera para una cena.
El lugar promete visualmente más de lo que realmente entrega, con una decoración deprimentemente gris y con lugares con una distribución incómoda, con las mesas demasiado juntas, que no te dejan mantener una mínima privacidad. (es decir que, con mala suerte, es muy poco apto para cena romántica).
Partimos con un aperitivo de Pato con una salsa agridulce, que resultó muy bueno, aunque de un inicio pudimos ver que la carta de vinos es bastante limitada, lo cual no te deja muchas opciones.
De fondo, un Osobuco de Wayu a la italiana, para mi gusto, lamentable: muy cocido y seco, que me hacía recordar con nostalgia el inolvidable que se come aún (a pesar de la decadencia reciente) del Bice.
El servicio, me pareció más informal de lo que esperaba e incluso nos tocó por momentos un mozo que no entendía mucho castellano y se daba a entender con muchas dificultades. Fatal si requieres preguntar sobre platos.
Bueno,en resumen, numerosos detalles que me hacen despedirme del Opera probablemente para siempre.