Kitcheng: mezcla oriental
Uno podría dividir en dos grandes grupos los restaurantes japoneses que existen en la capital. Por un lado están los con descuento, y por otro los que respetan el precio inicial. En los primeros caben aquellos locales algo más nutridos en su carta, con platos variados y que apuestan por un local más exclusivo. En los segundos, las cartas se remiten un poco más a los rolls (pero que hoy ofrecen ingredientes bastante inusuales), funcionan mucho como delivery, y principalmente ofrecen esas rebajas de hasta casi la mitad de precio. De hecho, el precio “real” que aparece en la oferta nunca se cobra, es casi como un hábito.
Y el Kitcheng logra algo muy bueno: un poco de los dos. Por eso quizá su excelente relación precio-calidad. Esto hace que sus espacios se mantengan llenos de ansiosos amantes de la comida nipona. Ahora, siguiendo con las mezclas, su carta se divide en china y japonesa. La misma carta muestra un lado con una serie de platos tradicionales de la cocina cantonesa, y por el otro, describe una gran variedad de rolls, nigiris, temakis, sashimis, etc., y algunas entradas tibias muy bien logradas como los Mozzarella Ebi ($4.800), camarones ecuatorianos con queso mozzarella apanados, y salsa agridulce tibia.
El local está ubicado en Colón esquina con La Capitanía, justo al lado del Sushi House. Cuenta con dos pisos, sectores para fumadores y no fumadores, y hasta una terraza encarpada en el segundo nivel. Clásica decoración japonesa moderna, lamentablemente ha ido perdiendo ambiente luego de su ampliación. Se echa de menos un poco de música japonesa que logre transportar aún más los sentidos. Son esos detalles que algunas veces hacen la diferencia.
Por otro lado, puede tornarse bastante lento el servicio cuando el local está lleno. A pesar de esto, los garzones son amables y juegan con ese recurso tan típico argentino de memorizar todo el pedido. Aquí no hay comandas. Aunque sean 10 rolls. Resulta hasta entretenida esta etapa de la comida. Pero la verdadera experiencia está en los platos.
De los rolls, el Tori ($4.200), relleno con camarones (siempre frescos y se notan), salmón y queso crema, envuelto en una delgada lámina de pollo apanada en panko y frito, logra la temperatura ideal que derrite el queso, cubriendo perfectamente el crujiente camarón. Cabe destacar que el Kitcheng maneja muy bien las frituras, y no resultan pesadas ni desagradables. Las porciones algunas veces suelen ser muy grandes y algunos deciden utilizar cubiertos. Es abundancia, una pequeña porción de cocina chilena, podríamos decir.
En la sección china, el costillar cantonés logra ese toque crujiente del rebosado frito, con una carne blanda y sabrosa en el interior. Demasiado colorante quizás, pero de textura suave. El resto de los platos mantiene los estándares de la clásica oferta cantonesa, aunque a diferencia de algunas largas cocciones al wok, aquí predomina la expresión al dente. Cada ingrediente mantiene parte de su textura inicial. Por eso, el Kitcheng resulta una excelente opción a la hora de probar buena comida oriental.