Humildad, Señor.
Humildad es lo que me falta. Cocinar siempre me ha parecido una tarea pedestre. Comer tampoco me llama la atención. Y resultó que tuve que hacer un asado para mi novia el día de su cumpleaños. Qué tan dificil podía ser. Partí, por todo. Tuve que comprar la carne (Dos pedazos en el Jumbo. Cabañas Las Lilas. Bifé Chorizo. 4 kilos a un precio en que sentí que estaban asaltando a plena luz de día). La parrilla. El carbón. Los cuchillos. Incluso compré una polera.
Llegó la hora. Y estaban los invitados. Y yo estaba afuera en la terraza. No tuve problemas con el fuego. Hasta ahí todo bien. Y sin duda, que cocinar se me hacía una tardea aún más pedestre y fácil.
El punto es que además, compré un WOK. Y todo bien. El carbón dio paso a la brasa. Y aquí quedó la funa: El señor de la carnicería me señaló que había que ponerlo sin quitarle la grasa. Eran dos trozos de una longitud bastante extensa. Y los puse con la cara de la grasa hacia abajo. Y comenzó el show.
Una llama de un metro. Y desde el comedor, quienes estaban en el cumpleaños miraban asombrados. Grcs. a Dios, el living está separado, por lo que el espectáculo, en un comienzo no fue masivo. Aunque claramente, mis garabatos y las llamas que no cesaban, dieron paso a mi ridículo.
Conclusión: Los dos pedazos quemados. El WOK salvó la noche. Porque había comprado pollo también.
Y entonces, cómo es que se hace. Porque al poner la carne con la cara aquélla hacia el fuego. La grasa suelta y azuza el fuego. Y ahí tenemos el incendio!!!!.
Slds. r