Gran experiencia en el Agua
Hace tiempo que teníamos ganas de probar el Agua restaurant. El hecho de que su chef sea ahora Richard Knobloch daba mayores incentivos dado los excelentes comentarios que habíamos recibido acerca del Merlín de Puerto Varas. Nos decidimos finalmente ir el pasado fin de semana y fue una gran decisión.
El local en sí mismo es espectacular, una decoración minimalista (similar a la del Alma a mi juicio) y con gran sentido de la estética. Hay evidente preparación por parte de la anfitriona y de los garzones, cuestión esperable considerando el público al cual el restaurante está dirigido.
Se nos ofreció agua mineral al principio y pequeño trozo de pan italiano y mantequilla. Adicionalmente, llegó un appetizer como cortesía del chef consistente en un trozo de pan crocante con magret de pato en salsa agridulce con brocoli y radiccio. Nos llamó la atención que los appetizers fuesen cambiando de acuerdo a la mesa lo que es señal de creatividad y esfuerzo por no caer en el efectismo. Pedimos un Tom Collins ($3.500) y un Vodka Sour con vodka de vainilla bien interesante ($3.800).
Rápidamente llegaron las entradas. La primera para hacer agua la boca: Centolla sobre ensalada de quínoa, durazno y palta ($8.900). El Plato - original y exquisito - era además sumamente generoso. La otra entrada, igualmente rica consistió en pulpo grillado cortado en pequeñas y finas lonjas con aliño de aceitunas moradas y mix de hojas verdes ($5.700). A mi modo de ver, el sabor tan acentuado de las aceitunas hacía perder un poco la delicadeza del sabor del pulpo, pero es una apreciación personal. Mi pareja, de hecho, estuvo tentada de cambiarme el plato por su centolla (!).
Se respondió con total tranquilidad a nuestra petición de retrasar la llegada de los fondos. Esto, evidentemente, puede generar dolores de cabeza en la cocina dado los tiempos requeridos para la preparación, pero no hubo ningún tipo de miramientos. Otro detalle agradable fue la salida del propio Knobloch a saludar a sus comensales y preguntar si todo estaba bien. Este tipo de actitudes no creo que deba minimizarse y constata la preocupación por todas las facetas del restaurante, no sólo la cocina. En fin, antes de los fondos pedimos un Brut espumante, Casa Boher, bien seco y refrescante ($3.800) y un pisco sour que estaba extraordinario ($3.500).
Para los fondos pedimos un Jabalí acaramelado en salsa de alfajor (manjar) sobre setas salteadas y flan de berros ($9.900). Realmente muy bueno aunque hubiera preferido que el jabalí no viniese mechado. El otro fondo consistió en un Congrio en costra de pastel de Jaiba, sobre tomates baby, quínoa y zuchini en aliño de alcaparra, limón de pica y perejil ($8.900). Absolutamente delicioso. Acompañé el Jabalí con una copa de Malbec, viña Montes, Luján de Cuyo 2005 ($3.500).
Finalmente compartimos un postre consistente en una Copa de Berries con espuma de Gewürztraminer y helado de crema ($2.900) que, para hablar con honestidad, no tenía nada del otro mundo.
Con todo, la experiencia fue sumamente positiva. Los baños estaban impecables y la atención fue muy atenta y servicial. La cocina era original y los platos fueron un éxito. Realmente recomendable.