De mi corresponsal
Mientras andaba trabajando fuera de Santiago, un familiar cercano participaba en un seminario… la curiosidad me mataba; yo quería saber todo sobre el seminario (aunque no es mi tema el que trataban) pero sobre todo me interesaba el paquete completo ofrecido por el lugar donde este se realizaría (como participante y eventualmente como organizadora he tenido distintas experiencias).
Pero para ser muuuy franca; lo que más me atraía de este seminario era saber en que consistiría la alimentación ya que se habla tan bien (creo que con justa razón) de quien comanda esa cocina.
Hice un trabajo de inducción o convencimiento a quien asistiría a este seminario, pidiendo (suplicando) tomara fotos para vivir aunque fuera virtualmente su experiencia. El primer día me enteré por teléfono que no se atrevió; le daba vergüenza fotografiar la comida ante un grupo no conocido. Y yo tan enojada al escuchar eso.
Nuevamente la inducción, casi que la hipnotizo a ver si con eso se atrevía al día siguiente; hasta que se me ocurrió el argumento. “cuando llegue la hora de almuerzo, cuenta en tu mesa que en tu casa vive una amante de las comidas y que te suplicó tomaras fotos, porque quiere escribir algo; pero que no te atreves porque te da vergüenza” mi apuesta era que todos le dirían, ¡toma las fotos no más!
Dicho y hecho!
Así que “mi corresponsal”, inmortalizó varios almuerzos. No se llevó la cámara para lo cena de clausura, pero está perdonada. Hay que decirlo, es bien difícil tomar fotos de comida y que salgan siempre bien; las de revista son de “estudio” con luces y todo tipo de “efectos especiales”. Pero aquí van algunas…
Crema de zapallo, zucchini, jengibre y carpaccio de res…
Contaron que es una verdadera delicia, cremosa y de sabor suave.
Tártaro de atún de Isla de Pascua… este dicen era ¡un sueño!
Ensalada de rúcula con salsa de anchoas y brocheta de ostión envuelta en tocino.
Estoy segura que la foto no le hace suficiente mérito, por la descripción de sabores que escuché, como será que todavía si lo pienso se me hace agua la boca.
Filete de res con zapallo camote, vegetales en parmentier y salsa de vino tinto, los cometarios de la mesa cuentan alababan el plato todito, pero la salsa por los comentarios escuchado subyugó a los comensales, era perfecta y sabrosísima.
Había por supuesto todos los días postres distintos, todos a juicio de mi “enviada especial” uno mejor que el otro, pero yo de puro picada no compartiré con ustedes, lo que vi. Además creo las fotos no le hacen “justicia” a todo lo que mis oídos escucharon.
Si usted está organizando o le toca organizar un seminario de su pega, después de haber escuchado a varios de los participantes de este en particular; le aseguro no se arrepentirá de hacerlo en el Ritz-Carlton. Cuentan que todo funcionó a la perfección y más encima con esta comida maravillosa nadie quería que finalizara. Terminamos en casa con los menús impresos de cada comida.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar todos quedaron felices y hasta los buenos pál diente consideraron de buen tamaño las porciones. Que decir de los comentarios de “la puesta en escena” o presentación de cada preparación.
Felicitaciones al chef y a todo su equipo de cocina, se las mandaron y yo que ni, fui disfruté igual escuchando a los que si participaron; mi desquite se viene.
Me terminé de convencer que realmente vale la pena el lugar y la experiencia.
Gracias a “mi corresponsal” por las fotos y a sus colegas por darle ánimos para que fotografiara, hasta le ponían sus platos frente a la cámara.
Nota de la escribidora, pasé la censura de la fotógrafa que tuvo la suerte de vivir la experiencia; espero no haber roto ninguna regla del LBV, posteando algo de la que no fuí testigo presencial (si es así, Nunca mas, lo prometo)
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