Hace unos días, justo en la mitad de calle Lastarria, frente al Café Utopía, entré por segunda vez al Patagonia, un restorán que no lleva mucho tiempo en el barrio. De a poco se ha ido llenando de adornos, es entero de madera nativa por dentro, incluyendo mesas. Parece una rotisería antigua de Valparaíso con las cajas de Coca Cola del año que pidan y otros objetos que lo hacen más que agradable. Ya me había tocado disfrutar un sándwich de pollo y finas hierbas con un tío alemán que andaba de paseo. Le encantó la mostaza, como buen alemán. Y la cerveza, claramente.
Esta vez, sin embargo, pedí un naturista de mariscos, con calamares, ostiones, camarones de verdad, de los grandes, y con vegetales varios bien sazonados. Aún no puedo opinar completamente sobre los platos. Además, mi mamá, con quien fui esta segunda vez, estaba más preocupada de que Sergio Lagos estaba almorzando al lado suyo que del plato que le llevaron. Cuento corto, la delicia estuvo en el postre. Nos atrevimos a pedir un "Mármol de Chocolates", que es como una tabla de quesos, pero repleta de chocolates artesalanes, blancos, negros, azules, con almendras, amargos, dulces, con pasas, higos, ciruelas, en fin. Se suponía que era para dos, pero la verdad es que nos comimos un tercio y el resto hubo que pedirlo para llevar. Una delicia contundente, para golosos que disfrutamos del placer del chocolate.
Al final, un buen tazón de moca y mi madre, un cortado con sabor a avellana. Excelente repostería, además. Ideal para estos días helados, a la vuelta del trabajo, pasar a tomarse un chocolate caliente o elegir uno de los tantos sabores que ofrecen en el café. Prometo que en un tiempo comentaré más específicamente el lugar y el menú. Como es nuevo, hay que darle más oportunidades. Y yo, encantado de ver en persona cómo avanza el Patagonia, que, por cierto, está bien al alcance de un bolsillo medio.
PS: Me tinca el cordero patagónico. Y vi pasar a una mesa una tabla de quesos increíble, que acompañada de uan botella de vino coataba no más de 9 lucas.
