Cajú (Concón)
Probablemente muchos entramos hace rato en cuenta regresiva esperando la gloriosa llegada del fin de semana largo más esperado de este año... nuestro añorado y patriota 18. Y como probablemente la mayoría de los chilenos este año, ya estoy lista con mi panorama que de patriota tendrá poco y nada, salvo el día mismo del 18 en que espero compartir un memorable asado en familia (esta vez con un nuevo integrante a camino) en el corazón mismo de la zona huasa y vitivinícola de Chilito, éjale!
PERO, el resto de los días lo pasaré en la bella costa de nuestro país y quiero compartir con ustedes una joyita que descubrí el este verano cuando iba de paso por Concón. Se llama Cajú y queda en plena Avda. Barros Borgoño, primera línea frente a la playa como a una cuadra del Radisson Aqua. Los dueños son un joven y emprendedor matrimonio que solía tener un boliche en Stgo pero se la jugaron y haciendo un cambio radical de vida, emigraron a Concón. Luego de hartas lucas, tiempo y paciencia invertidos, consiguieron remodelar una antigua casona, tramitaron los permisos respectivos (necesitaron paciencia ORIENTAL) y elaboraron una propuesta muy acorde a su ubicación, con un menú que privilegia los frutos del mar pero con afortunados toques modernos, preparaciones rigurosas y presentaciones cuidadas. De partida el lugar es tremendamente lindo, cuidado, relajante, de buen gusto pero con onda joven bien marcada. La decoración es bien vintage y luminosa, harto blanco, flores, lámparas y cuadros originales colgando de las paredes. Los mozos, jóvenes y locales, se esmeran harto por dar una buena atención y lo consiguen, aunque urge alguien que pueda atender adecuadamente público english parlante (bien abundante dado las hordas turistas que bundan en la zona). En cuanto al menú, por lo menos en el verano probamos con mi partner sopas con exquisitas brochetas de camarones decorando el plato, caldillo de congrio y atún sellado en su punto. Tb habían empanadas de mariscos y ricos postres caseros. La carta de vinos está bien pensada, es variada y a precios razonables. No recuerdo el valor de los platos pero tengo la impresión que no fue una ganaga ni un asalto, más bien recuerdo una sensación de satisfacción por un precio justo y overdelivery en su propuesta. El toque y la presencia constante de sus dueños (la Clemencia siempre atenta y presente con los clientes, y su marido afanando en la cocina) se nota y agradece en cada detalle, siempre preocupados que cada mesa esté 100% happy.
Me gustó mucho el Cajú, lo rescato como propuesta en manos de gente joven que sabe de qué se trata su oficio y más importante, se nota que lo hace con el esmero que nace del amor por su boliche. Me dará mucho gusto pasar otra vez por allá este 18.