Me tocó viajar a Dubai la semana pasada y fui invitada a almorzar al famoso hotel 7 estrellas Burj Al Arab, toda una experiencia que comparto con ustedes ahora, los amantes de la buena mesa.
Al llegar uno no puede dejar de impresionarse con su forma y tamaño, además el escenario es precioso porque el mar es color turquesa y la arena muy blanca. Por dentro sorprende su ostentosidad, todo muy rococó y dorado (láminas de oro de veritas!), dos enormes acuarios en el lobby y piletas y juegos de agua.
El hotel tiene como 6 restaurantes, nosotros almorzamos en el Al Muntaha (Sky View) en el piso 27, famoso por la vista que tiene de todo Dubai y de una de las islas palmera. Si uno mira el hotel desde afuera, el restaurant está en un alero que sobresale a la derecha, como volando. La decoración sigue siendo sobrecargada, con muchos colores fuertes y dorado, pero es acogedor igual y con puro vidrio hacia afuera, da la sensación de estar en el aire.
La comida: El menú consta de tres alternativas por cada plato (entrada, fondo y postre), y obligatoriamente uno debe consumir dos platos, uno de los cuales debe ser fondo. El precio del menu es de aproximadamente US$140 por persona, sin contar el vino, bebidas o café. Yo pedí de entrada (sin saber muy bien qué era) un bisquet de langosta con mariscos, que en realidad era una sopa de langosta con calamares y pedazos de salmón. Rica, pero nada del otro mundo. De fondo comí un salmón del atlántico cocinado al sartén con tomillo, con risotto de choritos. El salmón estaba sabroso, con la piel crocante, pero el risotto me pareció poco consistente, sabroso también, pero nada de cremoso, los granos de arroz totalmente separados en un caldo con arvejas. No soy una experta, pero creo que la gracia del risotto es justamente su consistencia. No quiero sonar pretenciosa, y sé que los chefs del hotel han ganado premios y todo, pero he comido así de bien y mejor en restaurantes Chilenos, nada que envidiar.
De todas maneras es toda una experiencia solamente estar ahí, con una atención impecable, tiempos perfectos de espera y todo el lujo que te rodea, da gusto.
