Cumbres del Lago, experiencia gastronómica en Puerto Varas

Llegada muy temprano al aeropuerto de Puerto Montt, un gran desayuno con huevos benedictinos y un buen café en el Barista, de Puerto Varas. Para luego, partir hacia el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales a recorrer los impactantes saltos del Petrohue, y sus senderos que te llaman a adentrarte en la Selva Valdiviana. Después, almuerzo tardío en Frutillar, un paseo por el centro de la ciudad, y devuelta a Puerto Varas. Cielos nublados, un poco de lluvia en la carretera y cada cierto rato rayos de sol que iluminaban todo en formato 4K.

Fue un primer día bien recorrido y caminado, así es que, qué mejor que terminarlo en la piscina del Hotel, mirando la ciudad como se empieza a encender y las luces se reflejan en el lago. Para cerrar un primer gran día en Puerto Varas, nos esperaba una comida en el restaurant Cumbres del Lago, de nuestro hotel, el Hotel Cumbres.

Hay que decirlo, el Hotel tiene grandes vistas del lago, la costanera, y la ciudad, y desde el restaurant no es la excepción.

Partimos pidiendo 2 de las entradas con el objetivo de compartirlas. La primera una “Centolla en dos tiempos” ($13.500), es decir, dos preparaciones distintas con el mismo ingrediente: unos ravioles de centolla con queso crema sobre una sabrosa crema de cebollines, y un cerrito de centolla fresca con palta y un aderezo perfecto para el plato. La segunda entrada, locos de Carelmapu coronados con papas chilotas hilo y mayonesa de ají verde ($13.800). Si bien, el acompañamiento clásico y popular de los locos son las papas mayo, nunca se me había pasado por la cabeza que la combinación de papas fritas (hilo) y mas encima chilotas, combinaran tan bien con los locos, gran acierto de Hugo Cavieres, el chef.

Seguimos con un filete de congrio dorado, con un tapenade de aceitunas sobre un puré de zanahorias, cebollines a la parrilla y una muy sabrosa emulsión de ajo ($13.500). El congrio en su punto, perfectamente cocinado, todavía con la humedad necesaria sin estar crudo. Es difícil encontrar lugares en Chile donde no se maltraten los pescados, los resequen, los sobrecocinen, y que pierdan todo su sabor y textura, este es uno de ellos. El segundo plato, recordando a los inmigrantes más influyentes de la zona, fueron unas costillitas de chancho marinado con cerveza y comino, acompañado con papas chilotas, chucrut y salsa de murta. Muy alemán, bien rico y sabroso.

Para terminar, una selección de los postres del restaurant: macarrones de lucuma y merengue, torta de milhojas con manjar casero con helado de mango (que buena combinación), kuchen, strudel… impactante!.

Hay que destacar el cuidado que tienen por la elección de buenos productos, cosa que acompañado a la creatividad, cariño y buena técnica se nota en los resultados: todo en su punto perfecto de cocción, combinaciones entretenidas, bellas presentaciones, muy bien atendido, y maridajes que acompañan una gran experiencia gastronómica.