Doña Inés: deconstructivismo criollo
El Doña Inés es un restaurant con muchas ganas. Si bien ya presenta una carta bien interesante, marcada por una tendencia deconstructivista de la comida chilena, uno de sus dueños, Cristián Zegers (Bar Sin Nombre), nos cuenta con mucha emoción que están terminando de ajustar algunos espacios como la terraza y un bar en el segundo piso. Además de la diversa oferta de vinos, donde podemos encontrar 100 etiquetas chilenas y cinco extranjeras, entre España, Francia, Italia y Argentina. Con todas esas ganas, nos invita a descubrir su oferta gastronómica.
Primero un aperitivo con unas empanaditas fritas surtidas, donde el queso fundido es abundante y el acompañamiento de porotos verdes resulta fresco y bien chileno para comenzar. Para la entrada, unas tapas un poco más grande que las habituales, con cochayuyos, al dente y muy bien aliñados con hierbas y limón. Un clásico nacional muchas veces desestimado, pero muy bien logrado. Para el final probamos un mote con huesillo versión moderna y que bien da prueba de una cocina deconstructivista criolla, con pajarete y un merengue espumoso de huesillos. En este caso, el reemplazo del huesillo clásico por la espuma resultó más estilosa que sabrosa y algo insípida, aunque el mote estaba muy fresco y el jugo refrescante (característica importante en esta bebida típica). Pero un brownie tibio de chocolate y menta destaca por lo exquisito. Su decoración es algo minimalista con elementos nobles como la madera pero en versión modera, de colores oscuros y cortes rectos. Muros blancos y buena iluminación. Alegre y relajado, de ambiente casi informal. Cuenta con cinco salones independientes, tres para no fumadores. Este mes inauguran una terraza al aire libre, con el lanzamiento de una carta primaveral dedicada al aperitivo. Vale la pena ir y probar platos bien logrados de comida chilena, con más de una vuelta de tuerca.
Más al lado, un tartar de res (bien picada en cubos, donde se siente correctamente la textura de la carne) a la mostaza de Dijon. Cabe destacar que resulta importante y se agradece una cocción prudente del limón. Muchas veces nos toca encontrarnos con estas preparaciones cocidas de un día para otro o con varias horas de anticipación, y con resultados que harían temblar a los peruanos cevicheros. Pero acá la cosa anda bien.
De fondo, la oferta es puntual. El chef Andrés Concha nos presenta a lo más uno o dos preparaciones para un ingrediente estrella, donde encontramos cordero, atún, res, lengua de vacuno, entre otros. Por eso, decidimos pedir más de uno. Primero, el lomo de atún sellado, pastelera de choclo y albahaca con ensalada criolla (cebolla morada, limón y cilantro). En este caso el acompañamiento de la pastelera resulta delicioso. En segundo lugar, un filete con trilogía de reducción de carménère, miel de papayas y conjunto de setas, gratín de pesto y queso de cabra. Todo bueno, pero quizás el fuerte en las carnes sería un cordero con puré de habas. Se trata de un corte limpio, blando y muy sabroso.
Como dato entretenido e interesante, el Doña Inés ofrece todos los miércoles catas sensoriales de vinos, espumosos y diferentes productos gourmet. Son dictadas por