Manual foodie para viajeros obsesivos
Preparar un viaje a un lugar que uno nunca ha visitado es algo muy entretenido, esto de ser un obsesivo compulsivo tiene sus ventajas –y desventajas obviamente.
Hay que pensar en todo, desde el desayuno para adelante. ¿Nos conformaremos con el desayuno estándar que podemos encontrar en cualquier hotel del mundo: tostadas, café, huevos, jamón, mermeladas, fruta y cereales?, o buscaremos desayunos diferentes, con tradiciones y sabores del país que visitamos, acompañado por la gente que vive y se mueve en esa ciudad. Unos beignets en New Orleans, un tamagoyaki en Tokyo, comer simit en Estambul. Lo dejo ahí...
La segunda gran decisión es separar los restaurantes que uno quiere ir, entre los imperdibles y los sacrificables. Los imperdibles son esos que no puedes dejar de ir en tu viaje, los que recorrerás 2 horas desde tu hotel para visitarlos, en los que tendrás que hacer una reserva con 1 mes de anticipación, seguramente estarán alejados de lugares turísticos, es decir, habrá que jugársela por la recompensa del placer prometido. La gran pregunta es cómo saber cuáles son esos restaurantes en una ciudad que no conoces. ¿Tripadvisor?, ¿amigos?, ¿rankings?, ¿revistas?, la respuesta: todos y ninguno a la vez.
Mi primera recomendación es no usar Tripadvisor o sitios similares. Lo primero, es que este es un sitio para turistas y no para foodies, por los que las recomendaciones están cruzadas por otros factores y no solo la comida. Por ejemplo, los restaurantes que se encuentran en barrios turísticos de la ciudad tienden a estar mejor rankeados, por otro lado, los restaurantes mas caros suelen estar fuera del presupuesto de un turista por lo que tienden a estar en posiciones mas alejadas de los primeros lugares. Si uno mira el ranking de Santiago, lo que deberíamos visitar es: Holy Moly, Latin Grill, Bao Bar y Peumayen. No son para nada malos restaurantes, pero el ranking esconde las verdaderas joyas que podemos encontrar en Santiago. En resumen, el factor turístico tiende a que los rankings de este tipo de sitios no estén enfocados en gente que le gusta comer, sino que solo te ayudan a encontrar un restaurant en un barrio turístico y que no caigas en un tugurio de mala muerte, lo cual no está mal, pero no te hace llegar a los mejores lugares para comer de la ciudad.
Lo que hay que hacer es usar rankings hechos por gente que ama comer, “gente como uno” como se decía en los 70s. Aquí tenemos rankings como el que elabora la revista Restaurants: The World’s 50 best restaurants. También puedes usar las recomendaciones de revistas especializadas y que están disponibles en Internet, por ejemplo: Saveur, Bon Appétit, y Food and Wine cuentan con secciones de turismo donde mezclan reportajes, rankings, etc. Lo otro, es recurrir a secciones especializadas de restaurantes, comidas y viajes de medios preocupados por el estilo de vida, por ejemplo: New York Times, BBC o El País. Tienen muy buenas secciones donde se puede encontrar buenos datos actualizados de diferentes ciudades del mundo. Por último, y en la misma línea, están los blogs especializados en restaurantes y comidas de diferentes ciudades y países. Aquí nuevamente se aplica el “gente como uno”, es decir, hay que buscar personas que les gusta comer, que andan buscando nuevas experiencias gastronómicas y que las comparten libremente en su blog.
Todo lo anterior hay que organizarlo en un mapa para poder establecer los recorridos que mezclen los lugares que uno quiere conocer y en los restaurantes que uno quiere comer. Con un poco de suerte habrá restaurantes de nuestra lista de imperdibles en la ruta que uno elija seguir, pero de no ser así no hay que desfallecer y habrá que separarlos para una visita puntual. Lamentablemente no puedes tener mas de 2 o 3 de estos, ya que el tiempo no te alcanzará o las personas con que viajes te empezarán a mirar con cara de pocos amigos. Esto de arrastrar a otros por los placeres mundanos de la comida, no es siempre comprendido y valorado.
Mi última recomendación, aunque parezca raro dado todo lo anterior, es que hay que tomarse las cosas con calma, y si las cosas no funcionan como uno los tenía planeadas: se pone a llover y hay que reorganizar qué lugares visitar, tu hija se enferma y hay que quedarse en el hotel, o están tan cansados de caminar que nadie quiere salir a comer, hay que tomárselo con sabiduría zen y darse el espacio para descubrir ese local de sandwichs maravillosos en el que tuviste que meterte cuando empezó a llover, o tener una comida romántica para dos en la habitación mirando la ciudad iluminada. Siempre habrá una buena excusa para volver a esa ciudad, todo lo que faltó por comer por ejemplo.
Nota: originalmente publicado en Revista Varietal.