Le Flaubert: bien, pero faltó...
El sábado fui a celebrar mi aniversario a Le Flaubert (Orrego Luco, casi esquina Andrés Bello). Después de algunas recomendaciones de amigos y haber leído algunos post en este sitio, invité a mi marido a degustar una cena francesa.
El ambiente nos encantó. Es como entrar a una casa, acogedora, sencilla, muy agradable.
Iba con la mente fija en dos platos: el foie gras y la sopa de cebolla (plato tan difícil de encontrar y había escuchado que acá tenían la mejor de Santiago). Pero ahí partieron los problemas. No había ninguno de los dos. Están en medio de un festival de sopas y decidieron eliminar la tradicional Soup d'Onion, plop! Sobre la ausencia del foie gras, el garzón no supo darme una razón.
Para empezar pedimos dos pisco sour, pequeños pero buenos. En todo caso, recomiendo pedir champagne por copa de aperitivo o de frentón una botella de vino. Nosotros nos dimos cuenta tarde. Me habían comentado que mientras esperas te traen un paté maravilloso, sin embargo, con el pan sólo llegó mantequilla; si uno quiere paté tiene que desenbolsar $3.900.
De entrada, compartimos un cebiche de reineta, que aunque de francés no tiene nada, estaba delicioso, con la cantidad justa de limón, tamaños generosos de pescado y muy sabroso.
De fondo, mi marido pidió liebre: muy buena, carne relativamente blanda y con una salsa de vino tinto bien rica aunque el arroz que lo acompañaba estaba seco.
Yo pedí entrecot en salsa de vino. La carne, que era del tamaño del plato de fondo, estaba maravillosa, aunque la salsa ni la vi. El acompañamiento en cambio era intragable: unas papas añejas y recalentadas al microondas.
Los postres elegidos fueron Tarte Tatin y Crêpes Suzette. El primero muy bueno, con abundantes manzanas caramelizadas tibias. El segundo, un poco excedido en amargo.
En definitiva, aunque es bueno, creo que el restaurante quedó al debe en la mitad de los pedidos. Ahora, si reincorporan la sopa de cebolla a la carta, estaría dispuesta a volver y darle una segunda oportunidad.
Para acompañar la cena, pedimos dos copas de Sirah. La cuenta salió $33.000.