Como arruinar un domingo casi perfecto en el Barandarián
Un domingo casi perfecto pasamos ayer en el Barandarián, ese restaurante peruano ubicado en una casona roja en Manuel Montt, que ahora tiene sede en La Dehesa y el Patio Bellavista.
Teníamos ganas de comer algo rico y de pasar un domingo relajados en una agradable terraza. A nuestra llegada todo se veía perfecto: las mesas estaban ubicadas en el patio, debajo de los árboles y junto a ellas, una estupenda piscina con agua cristalina e impecable.
Obviamente, partimos pidiendo el cebiche de la casa, una mezcla de mariscos y pescados con cebolla morada y granos de maíz, y un pisco sour peruano que estaba delicioso y algo cabezón. Nos sugirieron que pidiéramos el cebiche y unos chicharrones de calamares como para compartir, porque iba a ser suficiente antes de pedir el plato principal, pero los cuatro adultos que estábamos en la mesa quedamos mirando pa´l lado.... Creo que fue excesiva la espera que tuvimos que soportar por ese aperitivo y eso que el restaurante no estaba totalmente lleno.
Como a las niñas no les gustan los mariscos pidieron de inmediato una carne con verduras y papas fritas y al poco rato una de ellas se animó a probar el agua de la piscina, para acompañar a la hija del dueño del restaurante que ya estaba en el agua ...todo bien porque nadie puso mala cara.
Nosotros seguimos estoicamente esperando hasta que llegaron los mozos con un pescado con arroz, acompañado de un chardonnay helado y luego el infaltable suspiro limeño....maravilloso.
Lamentablemente, toda la agradable escena quedó atrás, debido a un pequeño pero importante olvido. Como seguimos los consejos de la guía de descuentos del diario La Tercera, justo cuando ya habíamos pagado, nos acordamos del 25% de descuento que se ofrecía con la tarjeta OPEN en este restaurante y por más que pedimos al mozo, a la cajera y al administrador, no hubo caso...no hubo voluntad para anular la boleta y obtener el famoso beneficio de suscriptores.
Lo peor fue la actitud de los mozos presentes junto a la cajera, uno de los cuales se burló de nosotros cuando le pedí que anulara una reserva adicional que yo tenía hecha para ir posteriormente en la semana con la gente de mi oficina, debido a la mala disposición del personal del restaurante. El mozo no tuvo ningún problema en decir que estaban re preocupados de esa cancelación de reserva y de que nosotros no volviéramos a este lugar, cosa que en el verdad me pareció una grosería.
Tengo claro que fue nuestro el olvido de avisar al mozo que queríamos el beneficio del descuento, pero también creo que sólo hace falta tener un poquito de buena disposición para negociar o para dejar a un cliente contento.
Obviamente después de ese episodio nos fuimos algo molestos, más que nada por la falta de tacto y tino del mozo que se burló de nosotros por el solo hecho de solicitar, cuando ya habíamos pagado, de un beneficio específico.