En General Bulnes 86, cerca del metro República, descubrí con mi pareja un restaurante colombiano que se ha vuelto uno de nuestros lugares favoritos cuando queremos salir a comer. El lugar es acogedor, da sensación de calidez y relajo, es bonito a pesar de ser sencillo, pero te sientes muy a gusto allí. Ponen música colombiana, a veces pasan uno que otro video acerca de la cultura de su país en una pantalla que tienen al fondo.
Mientras te decides a pedir, te llevan unas masitas fritas con dos pocillos de salsa, una es una especie de chancho en piedra, y la otra, mi favorita, es con cebolla, cilantro, limón y no sé qué más.
He probado unos cuantos de sus aperitivos, y debo decir que son de lo mejor. Mi preferido es el maracujá sour ($1490!!!), fresquísimo, ácido y dulce, maravilloso. También el mango sour (mismo precio) es riquísimo. Probé también una caipiriña que no me mató pero estaba rica ... y juertona ($2190). Tienen jugos naturales (como a $1500 creo) preparados con agua o leche a elección, las frutas son raras y ricas. Yo he probado jugo de lulo, que tiene un parecido al kiwi, y me encantó; el de mango es una delicia; el de guanabana, que tiene algo de parecido a la chirimoya, es también muy bueno. Y hay otras que aún me falta probar.
Yo soy vegetariana, así que muchas veces me las tengo que arreglar mezclando entradas y acompañamientos. En este lugar por ejemplo, no hay fondos que yo pueda comer. Así que he probado sus patacones (plátano frito machacado y frito), su yuca frita, su acompañamiento a lo pobre ($1690), unos champiñones al pil pil (algo así como $1500)maravillosamente picantes, y unas papas a la crema gratinadas con queso y merquén (mismo precio), estas dos últimas preparaciones en platos de greda que ponen al horno y te traen hirviendo.
Mi pareja ha comido mondongo, que es una preparación de callos estofados que creo estaba riquísimo. Y el último que comió fue una bandeja paisa, una lengüeta enorme con porotos, pino de carne, chicharrón, arroz, plátano frito y palta. Se veía muy bueno, y yo aproveché de robarle plátano maduro frito y porotos.
La comida es rica y abundante y nada de cara para lo bien hechas y bien presentadas que son, y al pedir la cuenta te ofrecen un bajativo de la casa, y no es uno de esos cortitos todos cagones, sino una copita como de pisco sour en tamaño, puedes pedir menta, manzanilla, y amareto, que es el que siempre pido.
La atención es muy, muy amable. Te explican todo lo que quieras saber y te recomiendan según tus gustos.
A mí me encanta. Iría a puro tomarme unos traguitos, que son lo que más me prende del lugar. Vayan a conocerlo y me hallarán toda la razón.
