Lily Marleen, otra vez
Mucho se ha hablado y escrito del Lily Marleen. Desde elogios culinarios varios hasta comentarios antinazis (yes, believe or not). Bueno, fui la semana pasada nuevamente porque es un lugar al que me encanta ir. No sólo por su comida, que sin ser tan variada es exquisita, o por su variopinta carta de cervezas y tragos; también me encanta la atención recibida por todos quienes trabajan en ese lugar, desde el señor que estaciona hasta quien te sirve.
Es cierto que hay fotografías de personajes no gratos para algunos. También es verdad lo de las marchas y los soldaditos de plomo sobre el piano homenajeando al difunto. Aunque, también hay fotografías de personajes de la actulalidad política nacional, de un lado y de otro tan particulares como el anterior. En lo personal, me da igual, sólo están en un rincón al lado de la barra.
Fue un día martes. Mi novio me dice te invito al Lily. Yo le dije que no teníamos reserva, pero igualmente fuimos. Efectivamente esteba LLENO, todas las mesas ocupadas. Pero Gaby, hija del dueño amablemente nos invitó a la barra con la promesa de tenernos una mesa mientras tomábamos el aperitivo, un kümmel sour; Hans, su dueño, estaba allí como siempre conversando con todos los contertulios.
A los 15 minutos estábamos en una mesita para dos. Lamentablemente quedamos al lado de dos mesas revoltosas, una con club de Toby y otra de chicos y chicas bastante alegres. El detalle daba igual; pedimos un pate casero en pan como aperitivo para salir del tradicional y maraviloso crudo, pero esta vez había que variar. De muy buen sabor, nos ofrecieron medio plato eso sí porque luego íbamos a cenar, sin embargo era suficiente. Además siempre ponen como cortesía otros pancitos con queso ricotta.
Como plato de fondo, pedimos gorda, bife chorizo (con un copo de mantequilla, mmm), repollo morado y papas salteadas con tocino. Nada que decir, muy bien presentado todo, abundante y exquisito. Gaby pasaba en todo momento por nuestra mesa preguntándonos si todo estaba bien. Yo bebí una copa de vino de la casa, reserva qunque no tan bueno como un embotellado elegido pero aceptable. Mi novio optó por el vodka.
Nos llegaron de regalo unos bajativos de regalo. Nosotros felices, pues aún no queríamos irnos.De postre, puré de manzana. Un poco desabrido, pero los que no somos fanáticos del azúcar lo agradecemos. Los bulliciosos ya habían partido y el lugar quedó tranquilo.
Antes de irnos, pedimos unos bajativos. Nos llevaron uno de guinda y otro de manzana. Bastante agradables de sabor. Pero para tomarlos de a poco.
¿La cuenta? alta. Pero muy contentos con la visita. Sigue siendo un muy, pero muy recomendable lugar.
Saludos a todos.