Tokyo, una cosa a la vez.

F24 Mar 2018
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Después de un viaje de casi 24 horas, la promesa que me hice cuando niño estaba a punto de ser cumplida, estaba aterrizando en el aeropuerto de Narita, muy cercano a Tokyo. Haber pasado toda mi infancia viendo dibujos animados japoneses en una tele en blanco y negro, tiene sus consecuencias: Sam el rey del Judo buscando al tuerto asesino de su padre por todo Japón, Tony Bronson el corredor de autos de Grand Prix, o las series más apocalípticas como Godzilla, Ultraman o Ultraseven, las tres ambientadas en un Tokyo acechado por enemigos producto de la radiación atómica. Todo estaba a punto de hacerse realidad.

Tokyo es una ciudad de 17 millones de habitantes, la ciudad que tiene el mayor mercado de pescados y mariscos del mundo, y la mayor concentración de restaurantes con estrellas Michelin del planeta. Una ciudad que está llena de vida a toda hora,  con barrios que tienen una identidad bien marcada entre ellos, con altas posibilidades de perderse, y no solo porque las direcciones no son como estamos acostumbrados,  sino porque es un agrado hacerlo.

Hice un listado de restaurantes que quería visitar basados en la Guía Michelin y la muy recomendable guía Lonely Planet, que me compré para andar trayendo en mi Kindle. No cumplí nada de lo que tenía pronosticado, primero porque como buen turista caminaba alrededor de 15 kilómetros al día, y las horas de comida siempre nos pillaban en los lugares mas extraños, segundo, todo restaurant con estrellas Michelin te exige que hables japonés o estés acompañado por alguien que lo hable, y mi japonés se reduce a arigatou y konichigua. Resultado, mucha comida callejera.

Comer en la calle, sobre todo en esta época es un agrado, aun está esa brisa cálida de final de Verano, los parques tokiotas son una maravilla, y la gente anda relajada porque viene volviendo de sus vacaciones, todo suma. Además, Tokyo es una pasarela, por lo que siempre hay buena vista. Mujeres de todas las edades, con un alto sentido de la moda, muy femeninas, elegantes, donde claramente los vestidos es lo que la lleva, lo cual se agradece. Comer en un parque o en un banco en la calle, y ver a la gente pasar puede ser una gran experiencia. Y lo que lo es mas aun, es meterse a elegir la comida para llevar, a una tienda por departamento. Suena raro, pero ya había leído que era el lugar correcto para comprar comida para llevar y luego irse a un parque a comer tranquilamente. Todas las grandes tiendas tiene en el subsuelo un piso entero dedicado a la comida.

Al bajar la escalera mecánica que te lleva a este paraíso culinario, te das cuenta de que los japoneses se toman en serio el asunto de la comida –en realidad se toman todo en serio. Decenas de puestos de comida de pescados, mariscos, encurtidos, masas, postres, frutas y verduras, pasteles, té, galletas. Predomina la comida japonesa, pero puedes encontrar chocolates belgas, jamones españoles, pasta italiana, y un sinnúmero de platos de comida japonesa: onigiri, sushi, tonkatsu, takoyaki, yakitori, sukiyake, soba, ramen… Es para volverse loco, puedes estar fácilmente 2 horas eligiendo lo que vas a comer, y nosotros lo hicimos.

Siguiendo con la comida callejera, en Japón toda fiesta religiosa está acompañada de puestos de comida. En la entrada de los templos –siempre amplias- se instalan los puestos de comida, para recibir a los visitantes. La mayoría de los dueños y cocineros de estos locales usa una gran plancha a gas para cocinar, desde calamares enteros, pasando por preparaciones con diferentes tipos de pastas y arroz, la mayoría de las veces acompañado con repollo picado –supongo que la comida teriyaki tiene un raigambre popular basado en este tipo de comida callejera. También te encuentras locales donde usan pequeñas parrillas a carbón o gas para hacer brochetas de diferentes tipos: yakitori (de pollo), kushiyaki (de vaca). Se intercalan con trozos de puerro y se les echa una salsa –tare- agridulce en base a azúcar, harina, salsa de soya y sake. Además hay puestos que se dedican a la comida al vapor y otros dedicados a los Takoyaki: bolas de masa de harina, rellenas con pulpo. En la mayoría de las fiestas religiosas o mercados de las pulgas la comida era mas bien parecida, algunas variantes pero en general lo mismo.

Lo curioso es que cada local hace solo una preparación de comida, no vas a encontrar un puesto que haga cinco platos, se dedican solo a un tipo de preparación, y lo hacen con maestría, lo cual solo habla del carácter y la idiosincrasia de los japoneses. Quizás por eso nos encuentran tan extraños a nosotros y nosotros a ellos.